terminó con 28 chicos de 10 y 11 años tirados en el suelo, redactando cartas a un Roald Dahl que vive en sus fantasías o escribiendo cuentos (intentando seguir sus pasos) sobre tías o abuelos gruñones y chicos “flacos como palitos” afectos a experimentos que “mucha veces terminan en incendios”. Todo como parte de un juego donde los textos eran la llave salvadora 🗝✨. Una alegría colaborar para que la imaginación se apodere de las aulas en los coles.
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